lunes, mayo 21, 2007
Marisol, de la casa a la TV

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Aunque no haya nada que le guste más que dormir en su tiempo libre, Marisol sacrifica el sueñito reparador de la mañana para estar pendiente de Ariel, su hijo de 7años.

Para ella, un día se organiza de tal forma que le permita pasar el mayor tiempo posible con él. Por eso, aunque nunca se acuesta antes de la 01:00, a las siete está en pie para despertar a su hijo, bañarlo, vestirlo, prepararle el desayuno y, aunque sea enpijamada, dejarlo en el bus del colegio.

Esta rutina, Marisol la vive a diario desde hace tiempo, aunque tenga que ser en otra ciudad. Por eso, cuando fue contactada para hacer el papel de Gabriela Solís en ‘Amas de casa desesperadas’, la actriz no dudó en armar primero la maleta de su hijo, aunque eso significara llegar con pocos días para instalarse, antes de que se iniciara la filmación, buscarle una escuela y una niñera de confianza para que lo cuidara mientras ella trabajaba.

En Buenos Aires como en Quito, Marisol siempre piensa primero en su hijo. Ella confiesa que no podría vivir sin él, y dice sentir que se asume como el lugar seguro para su pequeño.

El niño entiende el trabajo de su madre, aunque no le gusta verla mucho por televisión. Pese a eso, muchas veces Ariel estuvo en los sets de Pol-ka, donde se grabó la tira, y vio a su madre actuar.

Ahora, con algo más de un mes en Ecuador, Marisol ha tenido que sumar a su labor de madre y a la agenda de entrevistas, las tareas de ama de casa, algo desesperada porque aún no consigue alguien que le ayude.

Cuando Ariel ya no está en casa, Marisol enciende su computador para contactar a Hiak Gazarian, su nuevo mánager. Con él programa su agenda y viajes -como el que hizo hace dos semanas para estar como invitada en los Premios TV y Novelas 2007, en su edición colombiana.

Con él también se dedicó en días pasados a afinar los detalles de su página web oficial, www.marisolromero.com, que estará en línea desde mañana.

Al terminar esta ciberreunión, Marisol toma un baño y empieza a ser ‘simplemente María’. “Soy la chacha de la casa... la muchacha”, dice, mientras cuenta que el resto de la mañana lo dedica a barrer, limpiar polvos, tender las camas y, claro, cocinar, pese a que las artes culinarias no le atraen para nada. Tras un año y medio de trabajar en un restaurante de comida japonesa, creció en Marisol su gusto por el sushi, un plato que adora tanto como la comida nacional. Para ella, un choclo con queso o un buen locro (su especialidad) es tan bueno como un buen rollito kanikama.

Mientras no consiga una persona para comandar la cocina tendrá que seguir al mando, pero espera pronto retomar el ejercicio y por qué no, tener más tiempo para disfrutar del buen cine.

Gracias a www.elcomercio.com
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